martes, 11 de diciembre de 2012

Relato: Invierno Blanco

Nunca podré olvidar ese invierno de 1469. Yo vivía en Kyoto, una ciudad que durante los años precedentes había conocido la prosperidad, pero todo cambió en 1467 con el estallido de las guerras Ônin.


Por culpa de esta guerra mi padre falleció, dejándonos a mi madre y mí solos. Con apenas 12 años tenía que ganarme la vida como me fuera posible, eran tiempos difíciles, y yo debía proteger aquello que mi padre nos legó. Por desgracia no sabía que toda mi vida cambiaría un 20 de diciembre, si lo hubiese sabido realizaría las cosas de forma diferente, pero sobre todo, nunca me habría acercado a aquella mujer.

Debí saberlo desde el momento en que la vi por primera vez. Su belleza resaltaba sobre cualquier mujer que hubiese conocido, a pesar de encontrarnos en medio de una tormenta de nieve, ella era capaz de dar calor y luz. Su presencia sobrenatural me llamo desde el primer momento que la vi.

Durante 4 días la estuve siguiendo a todas las partes que iba, quería saber más, conocer más, lo necesitaba, había algo que me impedía alejarme de ella, una voz que me pedía que desvelase lo que esa mujer escondía.

No sé en qué estaba pensando cuando decidí colarme en su casa.

Mi vecino Yoshiro me contó que conocía una forma para que pudiéramos meternos en la casa sin ser vistos, así podríamos ver a la extraña mujer de una forma más íntima. La curiosidad me pudo, y no fui capaz de resistirme. Puede que solo fueran las hormonas, o el misterio de la mujer, en realidad no sé lo que fue, sólo sé que es el error más grande que jamás he cometido.

Yoshiro y yo nos colamos con gran facilidad en la casa, en aquel momento no había nadie en ella, por lo que empezamos a explorar a ver que encontrábamos. Poco a poco todo se fue convirtiendo en un juego, ajenos a lo que estaba a punto de acontecer.

Sentimos unos pasos en la entrada, era ella, y no venía sola. Yoshiro y yo corrimos a escondernos en una habitación. Yoshiro se escondió en el armario, pero yo no encontraba un lugar, hasta que vi un jarrón, al ser pequeño y delgado conseguí esconderme en él.

Pronto sentí que los pasos de la mujer y su acompañante se acercaban a la habitación, clack clack clack..., hasta que la puerta finalmente se abrió entrando ambos.  A la mujer le acompañaba un campesino. Ella tumbó al hombre de un empujón, se abrió el kimono y se acercó a él suavemente, lo empezó a oler, olía como si de un lobo se tratase, y cuando llegó a su cuello... clavó sus dientes en él. La sangre empezó a salir a chorros, el campesino no paraba de gritar, pero ella simplemente miraba cómo salía toda la sangre con cara de placer.

Ella agarró al campesino por el hombro, él la intentaba alejar pero no era capaz, mientras, la sangre seguía saliendo, a pesar de los intentos del campesino de por tenerlo. Como si se encontrase en otro lugar, ella acercó su mano al pecho del campesino, quien en ese momento cambió aún más su expresión, ya no era pánico lo que se veía, sino una cara de completo terror.

Ella con una sonrisa incrustó sus uñas en el pecho del hombre arrancándole el corazón, que aún latía en ese instante. Recuerdo aquel momento en el cual empecé a temblar de temor, no era humana, no era una mujer, era algo que escapaba a mi comprensión y yo me encontraba en su casa sin poder salir.

Ella estaba disfrutando acariciando el corazón en su rostro cuando, sin poder preverlo paró y empezó a girar la cabeza hacía donde estábamos escondidos. Introduje tan rápido como pude mi cabeza dentro del jarrón con la esperanza de que no me hubiese visto, pero aún así sentí su mirada acechándome.

Clack, clack..., se estaba acercando poco a poco a donde estábamos... Clack, clack


Por Yohiroshi

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